El interés del inmueble radica en la propuesta de ruptura de la manzana típica del ensanche, que condenaba al diseño de unas viviendas poco higiénicas, para formalizar una organización más racional que garantizara unas condiciones de habitabilidad adecuadas. El resultado es un doble bloque lineal con un gran patio interior abierto a las calles laterales y poblado de vegetación.
A su vez, la notable utilización del ladrillo visto característico del racionalismo madrileño (y del holandés) y las esquinas rematadas con grandes balcones donde los vecinos colocan sus flores (de ahí el nombre) define la imagen única del edificio.
Así que esta obra representa, además de un hito arquitectónico en Madrid, el compromiso ético de la arquitectura y la voluntad de generar una nueva ciudad que valora la calle como un espacio colectivo de relación.
El apunte es complejo por el intenso juego volumétrico y la elevada presencia de vegetación, así como por algún transeúnte curioso, pero ya tocaba subir algo nuevo, no?